sábado, diciembre 09, 2006

Estoy sentado aquí, a la vera de tu desdichado silencio, de tu intranquila vigilia, yendo y viniendo de mis recuerdos a tu cara blanca, en un viaje de menos de un parpadeo, alumbrado por esta molesta luz que viene a ras del suelo y que aún no se para que sirve.
Estoy sentado aquí en este ir venir de la alegría sugerente de la nostalgia a la tristeza más bisiesta de esta realidad.
Te miro en la oscuridad y al ver tu cara ida y triste, sin expresión me refugio en lo que queda de nosotros…
La tarde era calurosa aquel lejano Septiembre de hace ya treinta años, ¿te acuerdas? Yo no había ido a verte, pero te encontré, recién salida del verano. Te estabas estallando como la uva al pisarse.
Tenías un sabor ligeramente dulce y agradable cuando las campanas de la catedral acariciaban la fría noche de aquel lejano tres de diciembre.
¡Que torrente de te quiero¡ aquel verano del principio de nuestro amor, ¿cuantas estrellas cayeron en tu cama, mientras amanecía?
Como un vino suave y aterciopelado, amplio y aromático, profundo y sabroso para mantener los genuinos aromas primarios del hollejo nos fuimos haciéndonos a la barrica y hasta tuvimos nuestro despalillado separando los escobajos y raspones que adulteraban nuestra pasión, del buen mosto que había crecido en nuestras estaciones lluviosas y soleadas.
Con el corquete fuimos vendimiando las uvas que crecieron de nuestra cepa. Hemos ido haciendo unas buenas duelas a base de comprensión y las hemos encajado en la barrica bordelesa de un roble bien trabajado. Allí están, ahora, creciendo con óptima constitución y buenas cantidades de color, cuerpo y alcohol y cuyo sabor persistirá aún después de nosotros, porque vida nuestra portaran….
Y ahora estoy aquí, sentado, al lado tuya, mirándote sin ver, mientras afuera el viento golpea los contenedores de la basura arrojándolos unos contra otros y el ruido te intranquiliza, despertándote, y recordándote el dolor, no solo de unas heridas, sino también el dolor de la vida…
Eres constancia en mi corazón, eres fortuna en mi vida, eres todo lo que no se puede decir, porque te llevas las palabras con cada sonrisa. Te llevas la luz del día cada vez que te vas. Te llevas el sueño cuando ya no puedo verte. Te llevas mi corazón con solo dos palabras y solo dejas un par de ojos con lágrimas por ti.
No quiero hablar de esto más, pero tengo miedo a estar sin ti, a quedarme solo. Tengo miedo de sentir la soledad una vez mas. Y es que si te vas, te llevas todo. Suspiros, mi corazón, mi mente, mi tiempo y todo lo que la vida puede encerrar cuando se respira. Te lo llevas todo
Mi cerebro desarrolla físicamente nudos en la cabeza, es así como se siente. El corazón se llena de un vacío inexplicable, de un vacío que regresa cada vez que... Ahora te veo en esa cama y escucho la más triste de las lluvias cayendo fuera
Y ahora estoy sentado aquí, a la vera de tu desdichado silencio, de tu intranquila vigilia…