Quizás porque los recuerdos necesitan las palabras para serlo y, al revés, porque las palabras, sin nada que nombrar, se borran*
Vincent Van Gogh
Siempre me he sorprendido con las palabras. Con las
atónitas agudas y las espasmódicas esdrújulas, con las llanas solitarias. Me permiten considerarme inventor
de las cosas. Digo Sol, océano o mujer y aparece el salitre repartiéndose
por los angostos poros de su piel primeriza. Y para mi es una sorpresa, porque
está allí y me está mirando Y yo, a la vez,
la estoy descubriendo y con adjetivos desconcertantes la estoy envolviendo
porque es tan hermosa.
¿Podrías comprender que no existieran las palabras Ilusión Confianza
Ánimo? Imagínate que no estuvieran
allí para ofrecérselas a nuestros hijos, cuando comienzan a despedirse
en esa estación y hacerse más pequeños a
medida que se van alejando
La magia de las
hojas cayendo de los árboles sin
que la ventisca las arranque. La tarde
soplando sobre su pelo que huele a lavanda y a tierra húmeda y sobre todo a
mujer. ¿Cómo explicarlo? El golpeteo del viento frío de enero en los cristales de la ventana. El castañetear de la cigüeña en los campanarios. El aire malva del atardecer mientras se
espera a que la tarde acabe de desaparecer sin entretenerse demasiado. Dime, ¿cómo? La vida nos regala la lengua y
hasta maestros para enseñarnos a manejarla con destreza. Para vincularnos a las
personas incluso a las que ya ni están.
Estas palabras que reponen la existencia que devuelve
el ayer, Son necesarias conocerlas para que sean, para que perduren
Las palabras llenan la vida de presencias invisibles.
Si no entonces cómo explicar los sabores y olores primarios de los sorbos
cortos del vino. De los besos que besan unos besos. Cómo explicar el color a
miel que tienen los atardeceres en Cazulilla mientras se filtran, como rayos de
luz, por entre las copas de los árboles, el
sonido de las campanas. Cómo revelar cuando nos viene
a la memoria una ráfaga de aire cálido que trae aromas de salvia y menta.
Y el sol detenido en el aire que siempre había sido el perfume del verano. Cómo
expresar el olor a agujas de pino que aun tengo fresco en la memoria y Viajarte hasta
agotar los mapas de tu cuerpo.
Palabras que nombran colores y olores; eso que todo el mundo llama vida
Sin esas palabras la vida se convierte en esos instantes que se van perdiendo en la memoria,
como el verano que termina. Cada palabra es un triunfo.
Y soy feliz por esas palabras profundas
que inventan y acercan cada
escondrijo del universo, arrebatando
sentimientos que se aferran a nuestra
alma. Esas palabras que no se desgastan por el uso.
Para mi la lengua es un asombro y una maravilla, que amo. Por eso escribo como contribución a algo que
amo.
Las lágrimas de San Lorenzo Julio Llamazares (Alfaguara Editorial)
Las lágrimas de San Lorenzo Julio Llamazares (Alfaguara Editorial)