jueves, febrero 08, 2007

despedidas

La tarde está abantona y gris. Huele a adioses doblados y melancólicos a despedidas inesperadas pero presentidas
No es el momento de contar historia de cuando éramos chicos y jugábamos con agua en las fuentes de los parques. O perseguíamos los tranvías de nuestras calles... O cuando el tiempo (ese tiempo lento de los niños antiguos) nos lo marcaba la sirena de la fábrica de vidrio de nuestro barrio (Además la vida caminaba, entonces, a paso lento). No es el momento de volver la vista a los ojos llenos de los colores de la película que acabábamos de ver, a media tarde, en el Lloréns, el Palacio Central, el Imperial o el Pathè. De correr por las cocinas de nuestras abuelas entre compotas de tomate y croquetas perseguido por una prima pecosa y muy cariñosa, mientras la tía, soltera y virgen nos ofrecía las tortas de aceite que comíamos dándoles la vuelta para que el último bocado fuera la almendra que tenían en el centro.
No es el momento de volver al ultramarino de Manolo (también ultramarinos evoca los puertos lejanos y los puertos tiene nostalgia de adioses) donde el jamón y el vino de la rioja estaban detrás del mostrador de mármol, mientras la tertulia de toros y fútbol, con sabor a bacalao rancio se esquinaban cerca de los sacos de harina y garbanzos. . De allí era el papel de envolver ilustrado con gallinas, para el Savoy que se tomaba la visita, de los sábados por la tarde, mojándolos en leche.....
No debe ser, este, un tiempo para los tristes crónicos, para los melancólicos inciertos. Es el instante de los tiempos acabados, de las despedidas, de a poco, a las cosas que antes nos sonreían, pero no nos hacían felices
Los años van subiendo los peldaños de la vida, tan deprisa, que esta se muestra lejana y difusa; Lo que se intuía como cierto, a veces resulta que no es más que un sueño. A esta edad, todo esto no es más que un juego de adivinanzas sin sentido.
No te vayas a despedir callado, y deshabitado
No descifres en el libro de los silencios porque la esperanza se hace muda y muerta
No digas adióses apagados...