jueves, abril 16, 2009

Una extraña brisa comenzó a soplar entre mi amor y tú


Camille Pissarro autumn path through the woods 1876



























Le venían a la mente, por extraño que parezca, incluso detalles en los que él nunca antes había reparado; El intenso azul del cielo con esa nube larga y estrecha meciéndose en el aire. El olor a tierra seca. El color ocre de los campos calcinados por el sol. El ladrido de un perro a lo lejos y los cipreses en la cumbre de los cerros cercanos que parecían pequeños faros de vigilancia
La tarde caía despacio, el viento bajaba de las colinas cargado del perfume de las flores El silencio fluía entre ellos, raro e intimo. El sol que se filtraba entre las hojas de los árboles creaba pequeños juegos de sombras sobre su rostro, que la hacia irresistible
Se puso a reír. Cuando se reía inclinaba la cabeza ligeramente hacia atrás, mostrando una dentadura perfecta mientras arrugaba la nariz y aparecía un hoyuelo en la orilla de sus mejillas. Unas almendras dibujaban sus ojos oscuros. Era tremendamente hermosa
Apoyo sus manos, ahora nerviosas, y casi adolescentes sobre los hombros de ella.
Acarició lentamente sus cabellos, saboreando el gesto. Descendió por sus mejillas, rozó su cuello, alzó el pequeño rostro y clavó en el, los ojos, ahora, enormes, lleno de miedo y ternura. Cuando la besó le pareció que era la primera vez que besaba. ¡Qué poco tiempo necesita el amor para amar!

Cuando acabó su risa forzada se instaló un silencio cruel y difícil, que ella se empeño en ahuyentar por miedo a comprenderlo y se entregó resignada a sus caricias y besos mientras la tarde pasaba eternamente monótona, eternamente triste

domingo, abril 05, 2009

Nadería andaluza o tontería nacionalista





Gustave CAILLEBOTTE 1848-1894

















Cuando era pequeño en el verano nos protegíamos del calor de las tardes en los cuartos oscuros con historias que cada uno traía. Era verdad que las que más éxito tenían eran las de miedo, pero éramos tanto que había para todos los gustos
Hoy he recordado esas tardes porque he vuelto a escuchar esa historia sobre Andalucía que hace ya muchísimos años escuche en el salón oscuro del fondo de la casa

Más o menos decía así:

Cuando Dios estaba creando el mundo, y ya había establecido donde estaría el cielo y la tierra. Cuando ya había imaginado la luz y el agua y ya había concebido los colores y el sonido. El día en el que le tocaba separar lo seco de lo húmedo, escuchó una vocecita lejana que le pedía un cielo siempre azul. Dios, como era el creador le cumplió el deseo. Y desde entonces, el intenso azul del cielo (con esas nubes caprichosas) nunca abandona a Andalucía
Y viendo Andalucía que preciosas eran sus mañanas y tardes le pidió a Dios un mar también azul, en donde poder nadar. Y claro el creador no tuvo mas remedio que dárselo, al fin y al cabo no era tan difícil hacer lo que se le pedía
Al día siguiente Andalucía se acercó al creador y le dijo: Quiero tener frutas dulces
Y Dios fue derramando las semillas del melocotón, nectarina, cereza, ciruela y albaricoque, de la manzana, pera, plátanos, chirimoyas, duraznos, de la guayaba lima y limón de la mandarina, mango melón naranja y nísperos de la papayas pera piña tamarindo toronja y uvas. Y Andalucía las probó y supo aprovecharlas para otros menesteres y así se hizo mas sabía con el cocimiento de la semilla para ayudar a controlar los trastornos de alguno de sus hijos.
Y Andalucía se quedó contenta y no pidió nada más al creador, por lo que Dios, generoso, le dio las mujeres más hermosas.
Andalucía se lo agradeció, haciéndole coplas y poemas (“Que en Sevilla las flores van por la calle….”)
Y un buen gobierno pidió Andalucía
-No, dijo Dios, -eso es demasiado. Conténtate con ser un paraíso terrenal

Y así nos va desde entonces

Solo era eso para una tarde de un Domingo de primavera, cinco de Abril del dos mil nueve que pasa sin empaque ni pretensiones, pero lentamente y a demás perfumado a azahar