martes, julio 09, 2013

Peñizcos

Allí, frente a mi copa de vino, estaba el océano sin que nadie lo usara o lo amara

Olía a cera de madera y moho, a algas y a salitre del puerto. Sus rodilla olían a mar y yo echo de menos el aroma de ellas.

El tiempo tictaqueaba groseramente en aquel rincón oscuro de mis pensamientos. La tarde no daba para más y me puse a hojear en mi alma el diario no escrito de aquel tiempo. Recuerdo, ahora, que entonces pasé una brizna de hierba verde por sus labios despreocupados. En ese instante me pareció tan simplemente hermosa e inasequible.

Lo único que conservo procede de mi memoria y ahora recuerdo que quería introducirme dentro de su piel... Era suave hermosa flexible. La tenía bruñida por la luz y por el sudor perfumado que la envolvía…

Yo no conozco la vida de tanta prudencia como he puesto. Quizás por eso ni he vencido ni he abandonado: Solo me he conformado con dejarme vivir
He buscado atajos que me seducían y que tal vez resultaron equivocados. He caminado por sendas que tal vez eran las certeras. Estuve viviendo la vida tal como era (a veces era una herida incurable del alma) y después como quería que fuera. A veces iba rápido y otra llegaba con retraso. Casi nunca dí con el momento preciso y siempre retrasaba los instantes aquellos que confundía con la felicidad Alguien podría decir que no he vivido, solamente sobrevivido.
Desde el escondrijo de la memoria y del olvido he visto, ahora, claro que tenia que dejar que las cosas vinieran. No importunarlas para que sucedieran. Porque con el tiempo estoy reparando más en lo que permanece, no en lo que desaparece. Estoy viendo sus ojos(los ojos es donde buscamos a la otra persona) desde detrás de una copa y otra copa, desde detrás de un tiempo y otro tiempo. Estoy viendo esos ojos que en otro tiempo ame, Esos ojos idénticos a los que estaban encaramados en su cara cuando la amé por primera vez. Ahora, después de esos silencios y de esas palabras, en sus ojos no estaba ella, o no estaba el amor.
Lo que arrancó con brillo y sonrisas, con certezas acabó en nada o peor aun; Roto y con gusto a derrota
Ella es, ahora, una sombra de lo que fue. Una hermosa sombra aun, pero ahora ya me he desenganchado. Soy feliz, libre...Ya no le amo. Amé la imagen de una mujer que fue, no a la mujer. Sólo la sombra de la mujer que fue. Amé a una mujer en el balcón de una habitación de la Rue de Vienne en Paris, en una lejana noche de Mayo. La plaza estaba más hermosa con su figura en la ventana. Pero ahora no existe balcón, ya no queda Mayo ni está Paris.