domingo, agosto 31, 2008

Cartas de adioses envía Agosto a Septiembre en Cazulilla

(María Konstantinovna Bashkirtseva camino rural)

La noche parece sentir el final de las cosas, estilizándose, como cipreses melancólicos. Quizás por eso, esta noche, ha sido tan difícil de disiparse
El alma del día comenzaba a germinar entre el rumor de las aguas que corrían entre los tristes chopos erguidos en los que la niebla se enredaba, sin querer encaramarlos para remontar al cielo y luego desaparecer. La luz del día ya no era tan innumerable, tan interminable, tan socavadora, tan salvaje, ya no mordía los naranjos lejanos.

Yo sospechaba una partida triste. Cazulilla en Agosto tiene manchas de ausencia. El mes se va despidiendo lentamente -como un beso- de Cazulilla, mientras las sombras nocturnas de Septiembre van mordiendo, una por una, las hojas del calendario.
Atrás he dejado la felicidad amarilla, cuando miran al Sol, de los granos del trigo(a pesar de su diminuted, heredaron la grandeza y la humildad), Me voy despidiendo de los cordeles de caracoles trepando por las tapias del jardín. De los suaves hocicos de las vacas, abrevando en la vieja artesa. De los paseos a caballo, al atardecer, entre los robles y encinas milenarias.
Me despido del volar rápido del viento en todas las besanas, levantando en remolinos las hojas secas de los girasoles que cayeron al suelo en la ultima recogida. De las pipas girando en el cemento -contagian con su alegría-
Adiós nitrógeno centrifugado, herramientas, interminables cebollas, tomates radiantes y ajos fraternales
Adiós, alegre sonido de la campana con la que me llamabas, transparentemente desde tan lejos para sentarme a esa mesa tan grande colmada de tantas personas tan queridas a saciar el hambre con queso y vino…
Me despido de la suave música de la noche y sus mojitos, alrededor de la piscina, bajo los limoneros y cerca de la dama de noche. De las conversaciones silenciosas detrás de los sauces llorones
Adiós a los colores con los que he descubierto las palabras y he inventado el silencio y el ritmo, en esas tardes tan inacabables de siestas.
Adiós, adiós…
Cazulilla es un recuerdo larguísimo, por eso repaso y escardo en mi propia alma en busca de malas hierbas. Y así el recuerdo perduré pulcro en detalles así seré de puro y podré afrontar este próximo año y todos los que vengan.
Adiós Cazulilla, adiós…