viernes, abril 25, 2008

Historia de La Quinientos (Lo he escrito para ti en esta mañana. Se que no es lo que esperas, pero te lo regalo.) escrito por Nikté Versión II



Pablo me pide una historia, una que verse sobre París haciendo el amor por todos los rincones, pero algo me lo impide: Estuve allí, si, pero nunca amé a la usanza ni en este ni en ningún otro lugar a los que viajé y hoy no estoy para invenciones.

Pero si he de hablar, lo haría sobre La Quinientos, mujer llegada a tierras yucatecas, hermosa de piel y cabellos claros-eso dicen los que la conocieron-que se prostituyó en tierras de indígenas. Su nombre le viene por los pesos que cobraba a sus amantes. Uno de ellos le construyó una pagoda. Yo me detuve allí, fuera, imaginando a la ya anciana. Nunca pude escribir sobre ella, ni lo haré. Dejémosla con su raído traje de geisha que no es otro si no el mío, y el mío es un suplicar: bésame-¿Dónde?- me pregunta aquel al que amo-donde nunca me haya besado nadie; y el posa sus labios sobre la piel que alberga mi corazón, y tras esto se va de burdeles parisinos, y yo me quedo con un ramillete de limonarias atrapado entre mis pies.

Lo pensó Nikté a las 1:46 PM 26 ¿Cómo lo dirías tú?

Historia de La Quinientos (Lo he escrito para ti en esta mañana. Se que no es lo que esperas, pero te lo regalo.) escrito por Nikté Versión I


Pablo me pide una historia, una que verse sobre París haciendo el amor por todos los rincones, pero algo me lo impide: Estuve allí, si, pero nunca amé a la usanza ni en este ni en ningún otro lugar a los que viajé y hoy no estoy para invenciones.

Pero si he de hablar, lo haría sobre La Quinientos, mujer llegada a tierras yucatecas, hermosa de piel y cabellos claros-eso dicen los que la conocieron-que se prostituyó en tierras de indígenas. Su nombre le viene por los pesos que cobraba a sus amantes. Uno de ellos le construyó una pagoda. Yo me detuve allí, fuera, imaginando a la ya anciana. Nunca pude escribir sobre ella, ni lo haré. Dejémosla con su raído traje de geisha que no es otro si no el mío, y el mío es un suplicar: bésame-¿Dónde?- me pregunta aquel al que amo-donde nunca me haya besado nadie; y el posa sus labios sobre la piel que alberga mi corazón, y tras esto se va de burdeles parisinos, y yo me quedo con un ramillete de limonarias atrapado entre mis pies.

Lo pensó Nikté a las 1:46 PM 26 ¿Cómo lo dirías tú?