domingo, diciembre 15, 2013

Yo la siento, siempre por la quieta orilla, cuando cae la tarde y se anida mi verso en las pautas de un cielo que traza partituras para que nunca muera el ondear de su cuerpo.


Las palabras fueron bebiendo
el rocío de tus manos,
cuando mendigabas
en palacios deshabitados.
Sentiste, en las sombras apretadas
de las tinieblas,
como los sonidos
cubrían tus dorados contornos.
Aferrada a la espuma
surgías en cada salto…

Ahora Isadora continúas danzando,
a pesar de perder de tu voz el acento.
Entre las viejas piedras
que el mar salpica
aún se escucha tu paso
deslizándose

con el garbo del viento.

domingo, noviembre 24, 2013

Mi casa

Cazulilla


Tantas líneas apretadas, tantas palabras cosidas unas a otras…

Mi infancia está toda aquí. Tengo fresco en la memoria  estos olores de la dama de noche y del jazmín, del dulzón  aroma del azahar. De la tierra húmeda con  las lluvias ocasionales de Agosto Mi infancia está en estos sabores de la fruta madura y tibia que sorbí entre mordiscos en las tardes de verano. De la  piel primeriza, que sobé tan  torpemente en los claros oscuros de los graneros. En la pipa aventada de la era.  En el sonido de la lluvia cada vez más intenso, más gris y más triste, cayendo por todas las besanas. En el zumbido de toda clase de insectos que revolotean en las tarde de julio y de octubre. En el chisporreteo de la madera prendiendo en la chimenea. En el viento que susurra entre los trigales y se marcha montado en un adiós En el rumor de las  aguas que atraviesan Cazulilla y que traen saludos de lejanas tierras
En los colores de un cielo que  empezaba  a teñirse  de tonos rosáceos y anaranjados cuando atardecía o gris y ceniciento cuando amanecía. En el verde  triste del otoño y en el color alazán de mi viejo Chinchorro trotando en la alameda.
De estos  materiales están zurcidos mis sueños
Son  como heridas escritas en los márgenes de mi historia. Lo vivido me ha dejado cicatrices, magulladuras, arañazos La vida no admite retornos
(P.D.)A lo mejor se me quedó  en las entrañas  briznas de felicidad. A lo mejor…

martes, noviembre 12, 2013

Canción rosa para una pubertosa V (Su espalda, mi tierra. El recuerdo de mis manos en su piel. Su olor. Mi secreto)










Amedeo Modigliani (desnudo recostado)




Y mi boca se llenó de aire
para pronunciar tu nombre.
Mis manos te buscaron
en lo mas negro de la noche
y mis dedos perfilaron
tu oscuro cuerpo lleno de sombras.
Anhelando la tibieza de tu alma
mis ojos recorrieron
toda la amplitud de la Tierra
en
donde yacer con tu cuerpo

domingo, octubre 27, 2013

BRINDO POR EL VIENTO

She was once my true love  (Girl From The North Country, Robert Allen Zimmerman)
LA FLOR DE LOS VIENTOS John William Waterhouse



Brindo por el viento.
Por todos los vientos.
Por los que tienen nombres de geografías
y por las sencillas brisas venidas,
de Dios sabe donde.
Por las locas ráfagas que hacen señales
atándose a las caricias.
Brindo, con mi copa transparente
Por todas las corrientes que desordenan tu pelo
Y lo agitan
y lo recogen
y lo mecen
tras tu cara encendida.

Me gustan tus manos, tus dedos oscuros
y coronados por la nieve de tus uñas.
Me gustan tus dedos
cuando en el arrullo del viento,
se extienden  y se pliegan
y  vendimian  cada racimo de tu pelo
porque entonces cae de tu cara
la semilla de tu última risa.
Y a mi me gusta atraparla 

jueves, octubre 10, 2013

Los frutos de las largas tardes de septiembre





















Eugène Manet en la isla de Wight, 1875, de Berthe Morisot




Poder escoger la independencia que da las largas tardes
en las que nada ocurre, en las que no hay prisa porque no se va a parte alguna, para ver la imaginación retorciéndose muy lentamente mientras alzas muros para acordonar la  verdad  y  los hábitos se cuelan como aguas subterráneas. Eso es lo fascinante  de juntar palabras  Escribir tiene algo de la caña del trigo que en junio se desgrana sobre la tierra con cada racha de viento. Me permite sentirme dueño de las cosas. Es un regalo de la vida, un misterio que está a la vista Vale la pena arañarse
El cielo empezaba  a teñirse  de tonos rosáceos y anaranjados dejando al sol esconderse por el horizonte adoptando  unos tonos ocres, espesos y relucientes, que pintaban el aire de melancolía El aire olía a fines de junio y a agujas de pino.
Bajo un cielo negro taladrado por millones de estrellas, estaba tumbada en la esterilla  jugueteando con un largo rizo, enroscándoselo entre los dedos, mientras su cuerpo se llenaba de manchas de sombras  y de luz que se filtraban por entre las ramas de los árboles. Desde detrás de una copa de vino con aromas a besos robados  yo la miraba sin atreverme a inventar un final para una historia que, de tan bella, no debería tenerlo jamás. El zumbido de toda clase de insectos, me llevaron de nuevo a  esa tarea eterna de quererla, de enredarla en mis sentimientos
Pronto supe que no teníamos recuerdos en común. Nunca me necesitó del modo imperiosamente avasallador como una persona puede necesitar a otra, Era como si alguien  hubiese arañado un velo invisible y en el pequeño desgarrón  solamente ella, pudiera asomarse. A este tipo de exigencia hay quien le pone, a veces,  el nombre de amor. Es difícil poseer un objeto reflejado en un espejo, una sombra. Nadie se aferra a  una imagen  a lo sumo la disfruta.
Crear un tiempo a base de unir pequeños instantes de felicidad es convertirse en el en el sueño de un soñador. Lo pasado no se esfuma: Lo sucedido ha sucedido. Se queda enredado en los jirones del alma, hace tachas en el recuerdo que cobra importancia cuando me desangro lentamente, hasta morir, igual que una hemorragia de recuerdos que se vaciara en el olvido. Pero la vida no admite retornos
Así que decidí sacrificar algo y solté amarras. Y aquí estoy hoy, diez de octubre de dos mil trece a las siete de la tarde sentado en mi sillón (que ya quisiera yo fuera de  Voltaire) imaginando con todo lujo de detalles su cuerpo y las cosas que le haría, y las que ella haría con el mío,


martes, julio 09, 2013

Peñizcos

Allí, frente a mi copa de vino, estaba el océano sin que nadie lo usara o lo amara

Olía a cera de madera y moho, a algas y a salitre del puerto. Sus rodilla olían a mar y yo echo de menos el aroma de ellas.

El tiempo tictaqueaba groseramente en aquel rincón oscuro de mis pensamientos. La tarde no daba para más y me puse a hojear en mi alma el diario no escrito de aquel tiempo. Recuerdo, ahora, que entonces pasé una brizna de hierba verde por sus labios despreocupados. En ese instante me pareció tan simplemente hermosa e inasequible.

Lo único que conservo procede de mi memoria y ahora recuerdo que quería introducirme dentro de su piel... Era suave hermosa flexible. La tenía bruñida por la luz y por el sudor perfumado que la envolvía…

Yo no conozco la vida de tanta prudencia como he puesto. Quizás por eso ni he vencido ni he abandonado: Solo me he conformado con dejarme vivir
He buscado atajos que me seducían y que tal vez resultaron equivocados. He caminado por sendas que tal vez eran las certeras. Estuve viviendo la vida tal como era (a veces era una herida incurable del alma) y después como quería que fuera. A veces iba rápido y otra llegaba con retraso. Casi nunca dí con el momento preciso y siempre retrasaba los instantes aquellos que confundía con la felicidad Alguien podría decir que no he vivido, solamente sobrevivido.
Desde el escondrijo de la memoria y del olvido he visto, ahora, claro que tenia que dejar que las cosas vinieran. No importunarlas para que sucedieran. Porque con el tiempo estoy reparando más en lo que permanece, no en lo que desaparece. Estoy viendo sus ojos(los ojos es donde buscamos a la otra persona) desde detrás de una copa y otra copa, desde detrás de un tiempo y otro tiempo. Estoy viendo esos ojos que en otro tiempo ame, Esos ojos idénticos a los que estaban encaramados en su cara cuando la amé por primera vez. Ahora, después de esos silencios y de esas palabras, en sus ojos no estaba ella, o no estaba el amor.
Lo que arrancó con brillo y sonrisas, con certezas acabó en nada o peor aun; Roto y con gusto a derrota
Ella es, ahora, una sombra de lo que fue. Una hermosa sombra aun, pero ahora ya me he desenganchado. Soy feliz, libre...Ya no le amo. Amé la imagen de una mujer que fue, no a la mujer. Sólo la sombra de la mujer que fue. Amé a una mujer en el balcón de una habitación de la Rue de Vienne en Paris, en una lejana noche de Mayo. La plaza estaba más hermosa con su figura en la ventana. Pero ahora no existe balcón, ya no queda Mayo ni está Paris.





domingo, abril 28, 2013

Es tan fácil desgarrar un corazón. Es tan difícil cerrar unos ojos

















Relajamiento Marisa Espinosa García



El sol había comenzado a esfumarse y una espesa bruma trepaba por la ladera. Olía a uva y a cosas secretas. Me detuve un instante, mirando hacia atrás, como si la vereda que baja dolorosamente fuera el tiempo.
Te aprendí de memoria y después solamente pude aprender de memoria el mapa de tu recuerdo. Hilvanándolos hubo un tiempo en que me sentí fabricador de la luz que creí que nos rodeaba, de los colores que sombreaba el aire de melancolía. Si me hubieras dejado los ojos un instante… ¡Ay si me los hubieras dejado¡
El tiempo iba, venía y se iba y volvían otra vez. Delante de mí aparecía el alma de las cosas. Así era mi vida. Y aquello regresaría y se iría y regresaría de nuevo. Era una tarea eterna de quererte, de enredarte en los sentimientos. Hasta que llega un momento concreto de un día sin retorno en el que nadie sabe, ni se pregunta el motivo de esta fragilidad. Y nos hacemos añicos de cristales que el viento se encarga de esparcir violentamente como una lluvia de granizo. Ahora solo tengo que recoger los pedazos, los fragmentos rotos que se levantan indecisos al paso de las sonrisas y el silencio
Una fresca y húmeda ráfaga de aire salino arrastra voces muy tenues y lejanas derramándolas como la luz, de color azafrán, de las lámparas al encenderse Me gustaría dejarla ahí para siempre y que esto fuera el resto de la vida.
No se nada de ti. Simplemente dejé de nombrarte en voz alta. Te he esperado y hasta he olvidado el motivo.
Ahora ya se que eres como una herida escritas en los márgenes de la vida diaria
Es tan fácil desgarrar un corazón. Es tan difícil cerrar unos ojos



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sábado, febrero 23, 2013

No es mio pero que lindo es oir a los hermanos Carpenters


Cuando era joven escuchaba a la radio
esperando mis canciones favoritas.
Cuando las pasaban, yo las cantaba.
Me hacía sonreír.
Esos fueron tiempos felices,
y no hace mucho me preguntaba
a dónde se habían ido.
Pero volvieron de nuevo,
como un viejo amigo perdido.
Todas las canciones que quise tan bien.
Cada shalalala,
Cada whoaoaoa,
Siguen brillando.
Cada shing a ling a ling
Se empezaron a cantar tan bien.
Cuando llegan a la parte
en donde él está rompiendo su corazón,
me pueden hacer llorar realmente.
Como antes,
es el ayer nuevamente.
Mirando hacia atrás
a cómo eran hace un año.
Y el buen rato que pasé
las hace parecer más bien tristes hoy.
Mucho ha cambiado.
Eran canciones de amor,
que las podría cantar entonces,
y recordaría cada palabra.
Esas viejas melodías
siguen sonando bien para mí,
como lo hacían hace unos años.
Cada shalalala,
Cada whoaoaoa,
Siguen brillando.
Cada shing a ling a ling
Se empezaron a cantar tan bien
Todos mis mejores recuerdos
vuelven a mi claramente.
Algunas pueden hasta hacerme llorar.
Como antes,
es el ayer nuevamente.
Cada shalalala,
Cada whoaoaoa,
Siguen brillando.
Cada shing a ling a ling
Se empezaron a cantar tan bien
Cada shalalala,
Cada whoaoaoa,
Siguen brillando.
Cada shing a ling a ling