jueves, diciembre 31, 2009

saludo


Frank Benson
A todos un abrazo muy fuerte desde el sur del sur en este año que termina y en esta nueva década que comienza.

jueves, diciembre 10, 2009

Pedazos rotos del alma III
















On the Heights Charles Curran









Algunas tardes Casilda y yo bajábamos al abrevadero que había en la entrada del pueblo para poder pilotar nuestros barquitos de hojalata, que con la ayuda de mama habíamos pintado cada una de colores diferentes. Papa nos había enseñado a hacer calderitas de vapor a base de una vela con la que calentábamos el aire que se canalizaba a través de un conducto. La presión que generaba provocaba que el barquito se moviera. Las lanchitas hacían chof chof mientras los demás niños miraban incrédulos como, con rapidez y la mía con el capitán “Haddock” gobernando, con mano de hierro, el rumbo. Tumbado heréticamente, se internaban en ese mar proceloso que era el abrevadero que salvo el caballo del alguacil nadie usaba. Su “Roberto Rastapopoulos” de cera que ella había hecho con esos hilos oscuros que simulaban sus largas patillas, pegados a la bolita que hacia de cabeza, me abordaba constantemente y mi triste Archibaldo, presidente de la Liga de Marineros Antialcohólicos, siempre caía al mar entre sus exclamaciones troglodita", "ectoplasma", "parásito", "Pirata de carnaval batracios… que yo me encargaba de gritar ante el asombro de los amigos que allí se concentraban
Recuerdo que entonces Casilda era feliz. No me preguntéis cómo lo sabía, pero lo sabía. Descifraba su mirada, sus medias sonrisas. Sus gestos más sencillos y sus más complicados muecas. Casilda en esos momentos era feliz… Verla llena de confianza le hacia brillar mas .Quizás la niñez sea eso: Confiar en lo que se gana en un día. Nada importa el anterior. Ahora, me ha costado tiempo, pero se, con rotundidad que la confianza, como el amor, no surge de adivinar todas las respuestas, sino de permanecer atento a todas las preguntas

lunes, noviembre 23, 2009

Pedazos rotos del alma II



Gustave_Caillebotte. Segelboote in Argenteuil































Por las noches, les recuerdo bebiendo ron Cubano (que no se como pero mi abuelo traía a escondidas) en el porche. Aún retengo en mi memoria la cara grave de mi abuelo hablando con papá, mientras con un pañuelo se secaba el sudor del “cogote” como decía mamá.
El aire traía una fragancia dulzona a dama de noche y a veces del pueblo llegaban los ecos de la música del baile del fin de semana. Bueno, eso no era así exactamente. Todas las noches la dama de noche que mi abuela plantó hacia ya demasiado tiempo como para recordarlo exhalaba ese esencia y todos los fines de semana había baile en el pueblo, pues era cuando los pescadores fondeaban sus barcos y descansaban. Pero mama le decía eso a su padre para que se sintiera especial, si es que se tenía que sentir más especial.
Cuando él se iba los lunes por la mañana todo volvía a su sitio y mama y papa descansaban. Parecía que hubiera sido una guerra. Con el tiempo comprendí a mi padre y sus continuos enfrentamientos con el abuelo, pues este no llegaba a entender que no siguiera su carrera, (mi padre era marino) y se pasara todo el año en esa casa tan rara con su hija y las dos niñas.

Mi hermana Casilda era pelirroja y claro llena de pecas. Era fea y rara pues siempre estaba hablando con una amiga invisible. Petra y yo pensábamos que estaba loca, pero he de confesar que algunas noches de tormenta, al primer trueno me iba corriendo a la habitación de ella y parecía como si en su cama no estuviéramos las dos sola; Parecía que tres niñas se cubrían con las sabanas. Las tres Marías que decía mi padre a la hora del desayuno, mientras Casilda con su extraña mirada me helaba la sangre.
Nunca nos llevábamos especialmente bien, y compartíamos pocas cosas y gustos.
A ella le gustaba mucho leer y se pasaba mucho tiempo sin salir de su habitación, leyendo esas absurdas novelas de entrega en folletines que compraba los viernes a la salida del colegio en el colmado En las tardes de lluvia (que ahora que pienso eran demasiadas) se dedicaba a tocar el piano, poniendo el alma en cada golpeteo de las teclas. Tocaba tan mal que pensábamos que lo hacia adrede

miércoles, noviembre 11, 2009

Pedazos rotos del alma 1



Yo tenia una casa que se asomaba al mar, De eso debe de hacer al menos cincuenta años. Toda ella estaba rodeada de pinos por lo que en los días de vientos las olas del mar parecía que estaban batiendo en sus mismísimas puertas verdes .
Toda ella estaba pintada de azul. De un azul añil que hacia un contraste muy singular en los amaneceres grises del invierno y en las tardes de verano dañaba la vista. Mi padre decía que la había pintado así para que los demás supieran que allí vivían unos artistas.
Desde mi habitación se salía a una terraza en donde mama colocaba su caballete y se dedicaba a pintar el mar. Había cientos de cuadro con un solo tema: El mar. El mar en todas sus variantes; El mar calmo, el mar salvaje las olas que iban y otras veces las olas que venían. Las conchas sobre la playa. El sol en el horizonte desarrollándose como una cinta anaranjada en los atardeceres o el gris ceniciento del agua en los amaneceres… Todos los cuadros de mama trataban del mar.
En los largos tiros de las chimeneas mi madre pintó unas nubes blancas; Mi hermana y yo coloreábamos las conchas de la playa y las poníamos a secar en lo alto de la valla de casa Les untábamos una extraña mezcla, de la que ahora no acierto a recordar los ingredientes para que el viento no las tirara y el sofocante calor del mediodía las dejaba pegada con lo que mi barrera estaba rematada por conchas enormes de colores muy vivos. Algunas tardes íbamos los cuatro por los pinares buscando piñas secas para colorearlas con las pinturas que mama desechaba y con ellas rematábamos las torretas de la valla.
Es quizás por ello que la gente del pueblo no nos entendían y por eso cuando paseábamos en bicicleta por la avenida principal nos señalaban descaradamente.

Mi abuelo venia a pasar un fin de semana una vez en el verano. Entonces mi madre y Petra hacían arroz con leche y yo era la encargada de tostarlo con el brasero
Le recuerdo perfectamente vestido de blanco, con su panamá de rejilla blanco bajándose del coche, solo cuando Juanito le abría la puerta trasera. Casilda, mi hermana, mi madre Petra Juana que cuando venia mi abuelo venia a ayudar esos días, y yo, nos colocábamos en fila como esperando pasar revista. Mi padre, cuando él venia, nunca estaba en ese momento, por lo que se perdía la inspección. A nosotros nos hacia risa pero él nunca pudo soportarlo.
El abuelo tenía una buena talla ya entrado en canas. Sus ojos negros con esa mirada limpia y franca, rebosaban inteligencia. Su nariz, tan peculiar, conocimiento. Pero su barbilla ancha era seguramente lo que le daba superioridad, superioridad que usaba frecuentemente con papa, aunque no era con el único.

miércoles, octubre 14, 2009

Tiempo de silencio y felicidad










Richard Gallo and His Dog at Petit Gennevilliers
Gustave Caillebotte
Edelweiss es una flor blanca y también es una leyenda de amor pero cuando ya ha pasado todo este tiempo su significado no puede ser otro que el de escríbeme. Y durante todo este tiempo el viento me ha perseguido gritándome Edelweiss, Edelweiss, Edelweiss.

Hace ya mucho tiempo que no paso por aquí. Demasiado, quizás... No ha sido intencionadamente, no sabría cómo (Los días van devorando a los días repletos de trabajo, de cansancio El tiempo se estira y desaparece). Hay tantos acentos distintos y perdidos en mis oídos y tantas geografías lejanas e impronunciables en mis retinas que a veces siento como un viento furioso sopla a rachas llena de rabia las palabras traídas del verano y ya del otoño. Pero son tópicos telúricos que bien se recogerían en una guía turística y no en este sitio. No. Seguro que no en este sitio.

En este tiempo de silencio he sabido vivir y eso me ha dado paz. Vivir de verdad es saber disfrutar de cada momento en plenitud y yo lo he hecho.
He bajado a minas subterráneas, subido a montañas que ni siquiera sabia que existían Andado por barrios vacíos y rotos y por calles llenas y rehechas. Con Sol y con lluvia. Al paso me han salido mil historias de personas escritas en piedras que la guerra hirió y a veces redujo a pedazos perdidos.
Me he arrodillado en pequeñas capillas llenas de sombras para orar en el silencio que solo la soledad sabe conservar y paseado por ruidosas naves catedralicias de ocho a doce y de cuatro a siete.
Me han embaucado las columnas en trampantojo de una humilde iglesia en la que con una guitarra un violín y las sencillas voces de un coro de no mas de 15 niños y niñas me he sentido mas cerca de Dios que nunca en mi vida.
He sido feliz en un beso mientras la lluvia aplastaba el polvo del suelo y le hacia rezumar un olor espeso.
Que raro suenan Simon and Garfunkel en un ruidoso tren mientras me bebía las hojas de la incompleta Suite francesa de Irène Némirovsky . De reojo, a lo lejos, las Tatras sureñas contemplaban nuestro lento pasar camino de alguna parte
Detrás de una mirada he sido feliz mientras oía el impetuoso descorche una botella de riesling del Mosela, y me explicaban que las uvas se recogen en invierno, heladas, y se conservan congeladas en la variedad Eiswein.
He estado satisfecho mientras intercambiaba la bigos y los pierogi en un Bar mleczny, perdido en un triste callejón, lleno de flores de colores con Elena, al tiempo que reíamos con cualquier ocurrencia.
El sol me ha despertado antes de meterme en la cama y durante un tiempo no he visto a la luna
He sabido vivir y eso me da paz. He sabido disfrutar de cada momento en plenitud
He querido contarlo, desde entonces, no una. Han sido mas de cien las tardes que venia a recostarme en esta baranda pero he descubierto que no hay registrado nada memorable ni atrapante para otro que no sea yo.

Volveré. Seguro estoy que volveré. Pero no con mis viajes de esta última estación.
Volveré con mis mujeres despechadas con mis parejas tristes e incomunicadas.
O a lo mejor no. Igual el tiempo me ha cambiado y me ha hecho ver la vida de otra forma. Que se yo.

miércoles, julio 01, 2009

Hoy es mi cumpleaños. Cinco a cero contra una vida que Inexorablemente me vencerá. Cinco a cero contra la vida...
Me he sentado aquí enfrente de los cincuenta años, casi a la vera de mi última primavera. Detrás de todos, sin signos que me Identifiquen. El viento seco cuartea las regiones de mi memoria y
levanta en remolinos hojas secas en mi pensamiento...
A lo lejos ya veo brillar mis pantalones cortos... Son los años peores los que por mucho empeño no se recuerdan. De ellos tan solo sabemos que están allí, que irremediablemente están allí, y que jamás vendrán del recuerdo. Solo se recuerda lo que se vive, la infancia no se vive, acaso se pasa por ella sin mucha ilusión que acumular; El recuerdo se duerme y más tarde desaparece, de un día para otro, quizás de una hora para otra. La vida así no hace mellas, no deja recuerdos, a lo sumo olores y sabores que por segundo nos lleva a correr entre manzanas o por la cocina de quien sabe que persona y uno no se esfuerza en más. Tampoco se aferra a ella, significaría ahogarse bajo el peso de imágenes de palabras presumiblemente nunca vividas, presumiblemente nunca dichas (a nosotros no)

Viene cargado de mil pastos tiernos, de agrestes sierras llenas de vientos y aguas. De majadas colmadas de estrellas y quietud, de tomillo y romero, de lunas y silencios. Trae las raíces, el barro, la música del viento. También trae regiones y nombres, atardeceres que traen de la tierra olor a jara y a brezo. A mí en particular, me trae a mi madre y a la geografía planetaria de Cazulilla. …Mi padre llamándome desde lejos en un mar de trigo mientras iba directo al puente. La figura de mi padre y mía a caballo mirando la tierra, con ojos tiernos y bien abiertos; Toda la tierra con sus ríos y montañas me entraban mientras al paso recorríamos estas tierras que ahora intentamos mejorar para mis hijos. Mi madre a lo lejos viéndome crecer...
Las voces abarquilladas se amontonan en los rincones, mientras el moho que las cubren destiña las palabras...
El amor llamando a mis puertas con fuerza descomunal, con una fuerza desconocida hasta entonces por mí...
¿Cuántos nombres de mujer? ¿Qué mapas de sexo quinceañeros haría con cada parte de ellas que ansioso besé? ¿Cuántos olores, cuántos sabores?...Ah¡ el sexo inseguro y lleno de temores. Ah ¡ el amor humillado de mi adolescencia.
Y después Elena. Elena. Recuerdo cuando en el invierno llegamos al amor. Tenía hilos invisibles, largos, como ríos, que ataban su risa a la mía, haciendo estallar, en el fondo de nuestros ojos, la
alegría más bisiesta. Ahora ya sé que sin ella yo no sería yo. Sería otro yo distinto y ajeno a mí. Y quererme a mí es quererla a ella, por eso cada día me quiero más...

Las muertes, ¿cuántas muertes?, Guardamos tanto de otros en nosotros, que a veces empujadas por unos invisibles dedos, hechos de ratos, que se atan unos a otros, vienen fotografías
escondidas en la gruta subterránea de una época que no es lejana (Son frutos del árbol de nuestra vida).
¿Cuántas personas nos faltan?.¿ Cuantas palabras dejamos de decirles...?
Los desiertos de mi vida...
Los internados, las distancias de lo cotidiano, de mis padres de mis amigos, de Elena. ¿Cuántos años? Tantas cartas llenas de adioses, tantas lágrimas dejadas en la oscuridad de tantos internados.
Cuántos nombres aprendí y de tantas regiones... Cada persona tenía su pena en el acento de su terruño...

Luego vinieron los viajes; ¡Cuántas regiones ¡Cuánta geografía desordenada Cuantos puertos llenos de buques¡ cuantos aeropuertos nocturnos. ¡qué cantidad de kilómetros recorridos en
un sitio y en otro. Cuantos paisajes y personas en mi retina. Cuánto aprendí.
Salir de casa sin mis padres, yo solo contra el mundo, contra un mundo desconocido, contra un mundo adusto. Cuantas injusticias descubrí, cuantas lágrimas...¡cómo me cambió
Cuando perdí a mis padres que solo me sentí, que vacío estuvo mi vida. Me quedé sin nadie que me juzgara sin nadie que me guiara. Cuando comencé como profesor que ilusión. Como llenar de pan tantas tinieblas...Ahora queda poco de ello...

Y de nuevo Elena... La cuarta tarde de Enero enterramos nuestras viejas raíces y nos entregamos por encima de los nombres y hombres. Fue creciendo nuestro árbol bajo las frías estrellas Y entre los agrestes montes. Se cerró el mundo, volvimos a nosotros para oír. Para ver, para tocar el amor, para vivir. A buscar espacios para extendernos.
Nos crecieron dos ramas que hoy nos dan sombras y llenan nuestras vidas para que crezcan fuerte y sin torcerse...
Mis padres murieron más tarde de su muerte en mi vida, sentí y aún siento su muerte. Me dejaron grandes cosas, y también aprendí de ellos. ¡Qué tonto llegar a mi edad y darse cuenta de eso. Quizás haya que ser padre para reconocerte en ellos, a lo mejor a mi me abandonaron mas pronto, tal vez para que aprendiera la vida, tal vez... Pero carajo, que vacío me dejaron y que solo contra el mundo
...
Los años van subiendo los peldaños de la vida tan deprisa que esta se muestra lejana y difusa. Lo que antes se intuía como cierto a veces resulta que no era más que un sueño. A esta edad Todo esto no es más que un juego de adivinanzas sin sentido...
Hoy cumplo cincuenta años y solo quiero cumplir al menos cincuenta más(sí pudiera), para vivir para equivocarme, para cambiar el mundo con la misma fuerza que cuando tenía 15 años, pero ahora con cincuenta...
Ilusionarme con una puesta de sol, con un paseo en el barco, mientras las olas van y vienen. A caballo con mis hijos enseñarle la tierra de sus abuelos; Cazulilla. Gozar con un buen vino, una buena comida, un puro habano y una larga conversación sosegada sobre literatura. De vez en cuando los labios de mi mujer. Un buen libro me volverá loco. Ir con mis hijos al teatro o mejor ver a mis hijos en las tablas a las que yo nunca me atreví a subir será muy emocionante. Andar con Pepote por los sitios en los que antes estuve es lo que más deseo. Sentarnos los tres y escuchar la música que me emociono que me hizo brillar. Escribir los versos que nunca hice Y sobre todo llegar a casa y vivir, no envejecer con Elena
El tiempo deja tras sí otro tiempo mucho más duradero. El ayer jamás será el hoy que tan intensamente vivo, ni el mañana que me espera preñado de ilusiones...

lunes, mayo 04, 2009

¿Quién sabe donde nace el viento?

Gustave Caillebotte Villas a Trouville


Una suave brisa empezaba a soplar del sur arrastrando consigo el aroma salado del mar mientras el sol dibujaba sobre el césped verde y los parterres multicolores sombras caprichosas, que al paso de las nube desaparecían. Ella estaba recostada en la tumbona jugando a cerrar los ojos y a no existir, pero el frescor que se mecía en el aire se lo impedía constantemente. La tarde pasaba despacio, lenta y suavemente despacio.
Él estaba recostado en el tronco del antiguo magnolio con la mirada perdida en el horizonte. Sus pensamientos reventaban como una irisada pompa de jabón en un delicado sonido, a penas perceptible. Entonces no quedaba más que un vago recuerdo de algo que fue.
La tarde cruzaba perezosamente las horas que faltaban para acabar. A un tiempo le seguía otro y era difícil adivinar que hora del día era, a no ser que se observara como el cielo había palidecido y mostraba ese color frágil en el que el azul aún se insinuaba
A veces los recuerdos mienten. Nos imaginamos cosas que no existen solo porque nos gustaría que hubiera sido así. Pero la realidad es muy distinta. Para ella era muy distinta.
Todo había cambiado extrañamente. La siluetas eran menos perfiladas, los colores mas empañados. Los aromas, incomprensiblemente, mas apagados. Sintió miedo de que los sonidos de su vida no tuvieran el eco de antes.
- El amor nunca se olvida.; Queda escondido para siempre en alguna parte del cerebro para volver a salir cuando uno menos se lo espera- se dijo a si misma como quien escucha el silencio de una voz que ya no es posible oír.
-¿Quién sabe donde nace el viento? ¿Sabes tú donde nace el viento?
Quiso preguntárselo. Sabía que era imposible que ella lo comprendiera. Hacia ya tiempo que entendió lo lejos que estaba de él. Cuando no se puede lo que se quiere hay que querer lo que se puede, y él aprendió a querer lo que podía alcanzar.
-¡Qué sencillo sería si todo estuviera escrito! Pensó mientras se levantaba y la miraba con ternura. Veía su pelo rojizo y mentalmente colocó su mano sobre esa flor de carne. Le gustaba imaginar, sentir la suavidad de su piel, la juventud que ofrecía y que, en cierta manera, le devolvía a él.
Un polvo fino entraba por la ventana y se posaba sobre todos los objetos mientras, a lo lejos, el sol tornaba los tejados rojizos, casi sanguinolentos, con sus últimos rayos

Que extraño era todo

jueves, abril 16, 2009

Una extraña brisa comenzó a soplar entre mi amor y tú


Camille Pissarro autumn path through the woods 1876



























Le venían a la mente, por extraño que parezca, incluso detalles en los que él nunca antes había reparado; El intenso azul del cielo con esa nube larga y estrecha meciéndose en el aire. El olor a tierra seca. El color ocre de los campos calcinados por el sol. El ladrido de un perro a lo lejos y los cipreses en la cumbre de los cerros cercanos que parecían pequeños faros de vigilancia
La tarde caía despacio, el viento bajaba de las colinas cargado del perfume de las flores El silencio fluía entre ellos, raro e intimo. El sol que se filtraba entre las hojas de los árboles creaba pequeños juegos de sombras sobre su rostro, que la hacia irresistible
Se puso a reír. Cuando se reía inclinaba la cabeza ligeramente hacia atrás, mostrando una dentadura perfecta mientras arrugaba la nariz y aparecía un hoyuelo en la orilla de sus mejillas. Unas almendras dibujaban sus ojos oscuros. Era tremendamente hermosa
Apoyo sus manos, ahora nerviosas, y casi adolescentes sobre los hombros de ella.
Acarició lentamente sus cabellos, saboreando el gesto. Descendió por sus mejillas, rozó su cuello, alzó el pequeño rostro y clavó en el, los ojos, ahora, enormes, lleno de miedo y ternura. Cuando la besó le pareció que era la primera vez que besaba. ¡Qué poco tiempo necesita el amor para amar!

Cuando acabó su risa forzada se instaló un silencio cruel y difícil, que ella se empeño en ahuyentar por miedo a comprenderlo y se entregó resignada a sus caricias y besos mientras la tarde pasaba eternamente monótona, eternamente triste

domingo, abril 05, 2009

Nadería andaluza o tontería nacionalista





Gustave CAILLEBOTTE 1848-1894

















Cuando era pequeño en el verano nos protegíamos del calor de las tardes en los cuartos oscuros con historias que cada uno traía. Era verdad que las que más éxito tenían eran las de miedo, pero éramos tanto que había para todos los gustos
Hoy he recordado esas tardes porque he vuelto a escuchar esa historia sobre Andalucía que hace ya muchísimos años escuche en el salón oscuro del fondo de la casa

Más o menos decía así:

Cuando Dios estaba creando el mundo, y ya había establecido donde estaría el cielo y la tierra. Cuando ya había imaginado la luz y el agua y ya había concebido los colores y el sonido. El día en el que le tocaba separar lo seco de lo húmedo, escuchó una vocecita lejana que le pedía un cielo siempre azul. Dios, como era el creador le cumplió el deseo. Y desde entonces, el intenso azul del cielo (con esas nubes caprichosas) nunca abandona a Andalucía
Y viendo Andalucía que preciosas eran sus mañanas y tardes le pidió a Dios un mar también azul, en donde poder nadar. Y claro el creador no tuvo mas remedio que dárselo, al fin y al cabo no era tan difícil hacer lo que se le pedía
Al día siguiente Andalucía se acercó al creador y le dijo: Quiero tener frutas dulces
Y Dios fue derramando las semillas del melocotón, nectarina, cereza, ciruela y albaricoque, de la manzana, pera, plátanos, chirimoyas, duraznos, de la guayaba lima y limón de la mandarina, mango melón naranja y nísperos de la papayas pera piña tamarindo toronja y uvas. Y Andalucía las probó y supo aprovecharlas para otros menesteres y así se hizo mas sabía con el cocimiento de la semilla para ayudar a controlar los trastornos de alguno de sus hijos.
Y Andalucía se quedó contenta y no pidió nada más al creador, por lo que Dios, generoso, le dio las mujeres más hermosas.
Andalucía se lo agradeció, haciéndole coplas y poemas (“Que en Sevilla las flores van por la calle….”)
Y un buen gobierno pidió Andalucía
-No, dijo Dios, -eso es demasiado. Conténtate con ser un paraíso terrenal

Y así nos va desde entonces

Solo era eso para una tarde de un Domingo de primavera, cinco de Abril del dos mil nueve que pasa sin empaque ni pretensiones, pero lentamente y a demás perfumado a azahar

viernes, marzo 20, 2009

Cancion rosa para una pubertosa VI (Ella vendrá con Abril)

Jean Baptist Camille Corot paisaje campestre

Ella vendrá con Abril,
Cuando la lluvia
Empape su camino
Y vague con la noche
Perdida en su melodía.

Cuando los campos escarchados,
Despierten de sus sueños,
Oirán su más triste sonido.

En Mayo su tonada
Será más suave
Y los vientos olvidaran su canción

Yo la recordaré
Cuando el otoño sople
Y las hojas que caen
Me recuerden su balada

jueves, marzo 05, 2009

Canción rosa para una pubertosa V (Te quiero)

Vincent Willem Van Gogh Pareja en el parque. El jardín del poeta. 1888























Te quiero
Y el viento mece las espigas
Y el viento acuna tu alma
Y mi cuerpo se estremece
A la orilla de tus ojos de Tierra

Te quiero
Y el agua moja las mieses
Y el agua empapa tu pelo
Y mi alma se zarandea
Al costado de tus ojos de Tierra

Te quiero
Y la niebla esconde el trigo
Y la niebla cubre tus ojos
Y mi corazón se zarandea
A la orilla de tus ojos de Tierra

Te quiero
Y el sol abrasa el cereal
Y el sol quema tus ojos
Y mi fuerza se zarandea
Al borde de tus ojos de Tierra

miércoles, febrero 04, 2009

A aquellos de nosotros que deberíamos haber sido amantes

Rosa Vidal Tosas
La tarde tiene una tonalidad sepia. El azul del mar y del cielo es un azul sepia, lo que hace más difuso el horizonte ocultando el amarillo del Sol.

Te miro aquí, tumbada. Yo estoy aquí, junto a ti, repitiéndome, mentalmente, todas las ideas, mientras a lo lejos un niño hace castillos de arena y las olas baten fuertemente deshilándose en millones de gotas azules.
Te miro, aquí, en la misma arena en la que otros también se han tumbado. Tu bañador es amarillo, pero no lo miro, miro tu rostro y pienso que eres hermosa.
Te oigo respirar dulcemente, mientras te vas montada en un largísimo adiós y pienso que es la primera vez que te veo, como al principio, sosegada, sin crispaciones, sin angustias a flor de vida.
El crío allana con un rastrillo la tierra, quitando las conchas desenterradas, que deposita en un cubo rojo, mientras que con otro va humedeciendo la arena

Te contemplo dormir y pienso en ti, en nosotros.¡Dios mío¡ qué jóvenes éramos, que jóvenes somos aún. De niños nos hemos convertido muy pronto, demasiado pronto en pareja, por eso aún persiste en nosotros los caprichos y los enfados justificados. Por ello nos encontramos perdidos en nosotros ¿cómo no perdernos? Es tan difícil, hace falta tanta fuerza de carácter, tanto equilibrio.
El chico va agrupando la arena húmeda y con sus manos va perfilando las murallas mientras que con una palita azul va haciendo incrustaciones a modo de almena que compacta con el dedo
Veo como duermes, y en tu rostro no hay miedo. No estas al acecho. Te observo una y otra vez. Te conozco tanto y tan bien…. Quizás hemos envejecido antes, pero ¿de qué manera y a qué precio? A fuerza de querernos nos hemos ido haciendo daño. Y porque nos queríamos nos hemos ido cerrando en nuestros defectos y virtudes. Al principio te encerrabas en ti, en ocasiones, luego fue haciéndose un hábito (como la sacarina) y creo que ahora es una necesidad. Yo he de respetar tu intimidad, pero eso te hace mas vulnerable y en el fondo te lastima.

Tú nunca has aceptado, ni siquiera comprendido este papel que te ha tocado vivir. Te revelas una y otra vez contra ti (¿Y quién no lo ha hecho?) pero tu lucha no conoce fin, porque tú misma eres lucha y es por ello que siempre estas en guardia y te sientes perseguida. Ahora dulcemente dormida, abrazada por el sol y por el salitre que se reparte por los angostos poros de tu piel primeriza, te veo serena.
Con los dedillos de las manos va horadado a ambos lados de la barbacana hasta que una sonrisa le delata y ya sabe que ha abierto una portilla
A veces pienso si vivimos juntos o solamente a nuestro lado….
Te miro mientras duermes y pienso que tú misma te dices: “Vamos a inventar crear resistencias para que de esta manera todo tenga mas sabor” Sino no tendría sentido este distanciamiento tan cercano. Tú estas aquí pero demasiado lejos como para comprender que mi destino me quita con una mano lo que me da con la otra y esa es mi única angustia.

Tú te ciñes rápidamente tu corona de orgullo y como un victorioso romano saludas a todos desde tu pedestal. Pero a mi no me puedes engañar, porque por dentro algo se tambalea y antes tus ojos eres la primera en caer. Tú no has querido que te recogiera. Pero ¿no es ese el verdadero precio que debemos pagar.
Se afana en traer otro cubo de agua al que incorpora entre grititos arena y rápidamente la vuelca en una esquina de la muralla golpeando suavemente con la pala el culo del cubo y suavemente lo va levantando, aflorando en sus ojos la sorpresa de encontrarse con una almena a la que remata con conchas que su madre descuidadamente le va facilitando
Nada ni nadie nos obliga. Solo nuestro corazón. Yo no creo que sea miedo a separar la vida. ¿Cuando te vas a explicar que te debes a mi como yo a ti por el simple echo del amor. Ese amor que debemos buscar, no la dicha propia sino la de los dos?. En ese caso las perspectiva no tienen limite..

Tú aquí tumbada, con tus hermosos ojos cerrados no escuchas mis silencios
Poco a poco la playa se va quedando sola. La madre se lleva al niño que con resignación ve cada vez más lejos su fortaleza. Su castillo ha acabado. Si vieras lo hermoso que es….
Y ahora ya ves Te miro mientras duerme. Las olas poco a poco tamizan el castillo de arena. La larga escalinata va desmoronándose y las conchas vuelven, de nuevo, a hundirse en la arena, después de un breve instante de flotar entre la espuma… Te miro una y otra vez. Quiero que todas mis miradas te conforten. Decirte una y otra vez que nunca has estado tan hermosa. El mar se va adentrando hasta nuestros pies y tú estas aquí, tumbada, tan tranquila. ¿Para qué despertarte?. También yo podría confundirme con esta tonalidad sepia y pasar desapercibido entre las conchas que se hunden en la arena. Mañana sería el tesoro de un naufragio Pero es que te amo. Te amo tanto.

viernes, enero 30, 2009

Cuanto tiempo

Rosa Vidal Tosas niña sentada en la playa















Cuanto tiempo sin encontrarme contigo. Sin el contagio de tu virginidad. Sin la blancura apacible de tu alma incólume, Cuanto tiempo sin venirme la vida de golpe al corazón (la palabra es una revelación que el corazón le hace al cerebro, este después la interpreta y le da forma) Sin que se reparta la luz al instante a través de todas mis venas, por la intensidad de la piel socavando mis mas dulce tranquilidad e impulsándome al sacrificio (Hermoso sacrificio) de sufrir tras el rastro de las palabras, tras la búsqueda salvaje de los conceptos menos artificiales.
Cuanto tiempo…
Y ahora, ya sentado, delante de ti. La luz Exacta y entrando por arriba (como entran los sueños). La silla, la misma y sufrida de siempre. La pluma lista para correr y preparada para verter su sangre sobre ti. Mientras la vida, bruscamente, va entrando a empujones; Una idea deprisa y torpemente va atropellando a otra. Y así, poco a poco, voy quedando yo tú y algunas palabras salvadas, nadie sabe la causa (la vida raramente da explicaciones) en la realidad para que inmortalicen este instante de hoy treinta de Enero del dos mil nueve para siempre.
Es lo mas autentico que existe

martes, enero 13, 2009

Catálogo para una despedida




Vincent van Gogh. Fishing Boats on the Beach.













Cuando uno se va se mueren las cosas (que han vivido con nosotros).
El lastimero tañido de la campana de bronce que aflora al roce de las llaves que se abandonan, descuidadamente sobre la mesa de la entrada. Las pisadas rápidas sobre el parqué y el murmullo de un beso En el silencio de la noche oyes el goteo del grifo o el tic- tac del reloj (que se resiste a no ser digital), las voces venidas de lejos (de detrás de la pared) de un vecino, o el rugir nocturno del camión de la basura, que a pesar de ser las tres de la mañana pita al coche mal aparcado. Simon and Garfunkel atrapados en el concierto de Roma (31 de Julio del 2004) marcando la banda sonora de mi vida
Cuando uno se va se mueren las cosas. El suave perfume del suavizante de la lavadora. La agradable fragancia de una cabeza recién duchada. El ligero aroma de unos claveles recién traídos de Cazulilla en el florero. (Para que huelan Manuel le coloca, en las raíces clavos de olor de especias cuando los planta).
Cuando uno se va se mueren las cosas. El blanco de las molduras de escayola que hace cuarterones en la paredes albero.
La luz del océano que traslada el Guadalquivir entra por el ventanal trayendo saludos lejanos que se sientan cómodamente en la cretona listada del sofá, donde tanta vida hay al pairo de una camilla y desde allí escudriña los anaqueles oscuros en busca del Lobo estepario, de Paula, del Navegante de Contraluz*… (María Moliner ha envejecido tan mal que su hermano menor se abre paso a empujones)
El espejo sobre el aparador ya no devuelve imagen alguna.
Los visillos por los que se cuela la tarde,(hoy tan fría y triste) mientras se secan las cucharillas de café y el humo de los cigarrillos hace columnas que ascienden desde el cenicero a los ojuelos de las cortinas por donde pasan los rieles
Los barcos de madera a punto de zarpar en este río que se va a la mar tan pronto.
los corales de Sudáfrica…
La torre Eiffel asomándose a las pirámides y al camino entre cañas de un atardecer en blanco y negro de Mazagón. Las calles del Cáceres antiguo en cuyas esquinas se encajan la bicicleta o el ventanal, la lona de una caseta de la feria de abril. Los faros… Los faros… Incluso la sonrisa de una niña que ya ha dejado de serlo
La arena de isla negra sosteniendo en el tiesto de cristal las altas varas verdes de juncos y las conchas de tantas playas. En la vasija, el poto verde de hojas verdes gigante
En los últimos instantes del crepúsculo, las lámparas tiznan de sombras el techo blanco arrojando sombras sobre la biblioteca. Entonces el mar que cuelga que color tan distinto tiene

Es la vida que pasa y que no pregunta por nosotros porque ya nos hemos ido o porque ya no existimos. La puñetera , que pronto olvida, aunque savia nuestra lleve.
*Contraluz es un libro de Ricardo Martín Reina de la editorial Sarria