miércoles, julio 01, 2009

Hoy es mi cumpleaños. Cinco a cero contra una vida que Inexorablemente me vencerá. Cinco a cero contra la vida...
Me he sentado aquí enfrente de los cincuenta años, casi a la vera de mi última primavera. Detrás de todos, sin signos que me Identifiquen. El viento seco cuartea las regiones de mi memoria y
levanta en remolinos hojas secas en mi pensamiento...
A lo lejos ya veo brillar mis pantalones cortos... Son los años peores los que por mucho empeño no se recuerdan. De ellos tan solo sabemos que están allí, que irremediablemente están allí, y que jamás vendrán del recuerdo. Solo se recuerda lo que se vive, la infancia no se vive, acaso se pasa por ella sin mucha ilusión que acumular; El recuerdo se duerme y más tarde desaparece, de un día para otro, quizás de una hora para otra. La vida así no hace mellas, no deja recuerdos, a lo sumo olores y sabores que por segundo nos lleva a correr entre manzanas o por la cocina de quien sabe que persona y uno no se esfuerza en más. Tampoco se aferra a ella, significaría ahogarse bajo el peso de imágenes de palabras presumiblemente nunca vividas, presumiblemente nunca dichas (a nosotros no)

Viene cargado de mil pastos tiernos, de agrestes sierras llenas de vientos y aguas. De majadas colmadas de estrellas y quietud, de tomillo y romero, de lunas y silencios. Trae las raíces, el barro, la música del viento. También trae regiones y nombres, atardeceres que traen de la tierra olor a jara y a brezo. A mí en particular, me trae a mi madre y a la geografía planetaria de Cazulilla. …Mi padre llamándome desde lejos en un mar de trigo mientras iba directo al puente. La figura de mi padre y mía a caballo mirando la tierra, con ojos tiernos y bien abiertos; Toda la tierra con sus ríos y montañas me entraban mientras al paso recorríamos estas tierras que ahora intentamos mejorar para mis hijos. Mi madre a lo lejos viéndome crecer...
Las voces abarquilladas se amontonan en los rincones, mientras el moho que las cubren destiña las palabras...
El amor llamando a mis puertas con fuerza descomunal, con una fuerza desconocida hasta entonces por mí...
¿Cuántos nombres de mujer? ¿Qué mapas de sexo quinceañeros haría con cada parte de ellas que ansioso besé? ¿Cuántos olores, cuántos sabores?...Ah¡ el sexo inseguro y lleno de temores. Ah ¡ el amor humillado de mi adolescencia.
Y después Elena. Elena. Recuerdo cuando en el invierno llegamos al amor. Tenía hilos invisibles, largos, como ríos, que ataban su risa a la mía, haciendo estallar, en el fondo de nuestros ojos, la
alegría más bisiesta. Ahora ya sé que sin ella yo no sería yo. Sería otro yo distinto y ajeno a mí. Y quererme a mí es quererla a ella, por eso cada día me quiero más...

Las muertes, ¿cuántas muertes?, Guardamos tanto de otros en nosotros, que a veces empujadas por unos invisibles dedos, hechos de ratos, que se atan unos a otros, vienen fotografías
escondidas en la gruta subterránea de una época que no es lejana (Son frutos del árbol de nuestra vida).
¿Cuántas personas nos faltan?.¿ Cuantas palabras dejamos de decirles...?
Los desiertos de mi vida...
Los internados, las distancias de lo cotidiano, de mis padres de mis amigos, de Elena. ¿Cuántos años? Tantas cartas llenas de adioses, tantas lágrimas dejadas en la oscuridad de tantos internados.
Cuántos nombres aprendí y de tantas regiones... Cada persona tenía su pena en el acento de su terruño...

Luego vinieron los viajes; ¡Cuántas regiones ¡Cuánta geografía desordenada Cuantos puertos llenos de buques¡ cuantos aeropuertos nocturnos. ¡qué cantidad de kilómetros recorridos en
un sitio y en otro. Cuantos paisajes y personas en mi retina. Cuánto aprendí.
Salir de casa sin mis padres, yo solo contra el mundo, contra un mundo desconocido, contra un mundo adusto. Cuantas injusticias descubrí, cuantas lágrimas...¡cómo me cambió
Cuando perdí a mis padres que solo me sentí, que vacío estuvo mi vida. Me quedé sin nadie que me juzgara sin nadie que me guiara. Cuando comencé como profesor que ilusión. Como llenar de pan tantas tinieblas...Ahora queda poco de ello...

Y de nuevo Elena... La cuarta tarde de Enero enterramos nuestras viejas raíces y nos entregamos por encima de los nombres y hombres. Fue creciendo nuestro árbol bajo las frías estrellas Y entre los agrestes montes. Se cerró el mundo, volvimos a nosotros para oír. Para ver, para tocar el amor, para vivir. A buscar espacios para extendernos.
Nos crecieron dos ramas que hoy nos dan sombras y llenan nuestras vidas para que crezcan fuerte y sin torcerse...
Mis padres murieron más tarde de su muerte en mi vida, sentí y aún siento su muerte. Me dejaron grandes cosas, y también aprendí de ellos. ¡Qué tonto llegar a mi edad y darse cuenta de eso. Quizás haya que ser padre para reconocerte en ellos, a lo mejor a mi me abandonaron mas pronto, tal vez para que aprendiera la vida, tal vez... Pero carajo, que vacío me dejaron y que solo contra el mundo
...
Los años van subiendo los peldaños de la vida tan deprisa que esta se muestra lejana y difusa. Lo que antes se intuía como cierto a veces resulta que no era más que un sueño. A esta edad Todo esto no es más que un juego de adivinanzas sin sentido...
Hoy cumplo cincuenta años y solo quiero cumplir al menos cincuenta más(sí pudiera), para vivir para equivocarme, para cambiar el mundo con la misma fuerza que cuando tenía 15 años, pero ahora con cincuenta...
Ilusionarme con una puesta de sol, con un paseo en el barco, mientras las olas van y vienen. A caballo con mis hijos enseñarle la tierra de sus abuelos; Cazulilla. Gozar con un buen vino, una buena comida, un puro habano y una larga conversación sosegada sobre literatura. De vez en cuando los labios de mi mujer. Un buen libro me volverá loco. Ir con mis hijos al teatro o mejor ver a mis hijos en las tablas a las que yo nunca me atreví a subir será muy emocionante. Andar con Pepote por los sitios en los que antes estuve es lo que más deseo. Sentarnos los tres y escuchar la música que me emociono que me hizo brillar. Escribir los versos que nunca hice Y sobre todo llegar a casa y vivir, no envejecer con Elena
El tiempo deja tras sí otro tiempo mucho más duradero. El ayer jamás será el hoy que tan intensamente vivo, ni el mañana que me espera preñado de ilusiones...