lunes, noviembre 05, 2012

Variaciones del mismo tema

Manuel Tosar
El aire olía a fines de junio y a agujas de pino. La luz que se filtraba por entre las ramas de los árboles sembraba su cuerpo de manchas. Un hombro desnudo se asomó y pensé que era lo más sensual que había visto nunca. Era solo un hombro, pero toda su sensualidad se reunía allí: en una piel brillante y lisa con el hueso prominente de un omóplato.
¡Dios¡ como la deseaba y cómo la deseo aún.
Entonces me sentía el inventor del viento húmedo del sur, de los rayos del sol que daban al muro un movimiento acuático. De los sabores y los olores que aun tenía que pensar que imaginar, que descubrir.
La tarde se iba lentamente. A su paso, como una lámpara que se enciende, derramaba una luz de color azafrán mientras una fresca y húmeda ráfaga de aire salino hizo que una hoja fuera a caer entre nosotros estremeciéndonos. Sentí su mano caliente en mi nuca mientras su lengua con sabor a vino escudriñaba dentro de mi boca y sus dos manos cogían mi cabeza
Entonces las sombras comenzaban a extenderse en dirección al verano…
Con el olor a algas y a salitre del puerto, bajo un cielo negro taladrado por millones de estrellas aguardaba nervioso a que la vida comenzara. Pero no fue así
Ahora echo de menos esos ojos oscuros y dulces con los que me mirabas mientras el aire olía a fines de junio y a agujas de pino